jueves, 8 de enero de 2009

EL MISTERIO DE SIDNEY I

Hoy transcribo, literalmente, el trabajo de Lengua de estas Vacaciones, de Irene, mi sobrina de 13 años. Se lo pusieron como deberes para estas Fiestas, y debía cumplir una serie de requisitos: Estar escrito en primera persona del plural, suceder en un lugar muy lejano y estar protagonizado por gente de su edad, unos 13 o 14 años. Este es el resultado de lo escrito por ella:


Esto que ahora os vamos a contar es una historia que nos ocurrió en invierno hace un par de años. Entonces teníamos todos entre 13 y 19 años.

Todo empezó un buen día mientras estábamos pasando la tarde en la piscina climatizada de una amiga nuestra. Cuando llegamos éramos seis, pero nuestra amiga creía que seríamos cinco y faltaba una hamaca. Uno de nosotros, Víctor, se ofreció a ir al desván a buscar una.

Mientras tanto, estuvimos jugando con una pelota y bañándonos. Al rato llegó Víctor con una hamaca y un sobre. Dejó la hamaca en el suelo y nos hizo un gesto con el dedo para que nos acercásemos a él.

Nos enseñó el sobre y leímos, cada uno en silencio, la carta que contenía.


A los primeros en encontrar esto:

Cartagena, 1988

Esto que veis imagino que será un tanto extraño para vosotros, pero, si lo conseguís averiguar, seré la persona más feliz del mundo. Me gustaría que descubrieseis el misterio que alberga el teatro de Sydney. Toda una serie de crímenes sin resolver. Aquí tenéis todo mi dinero para que podáis comprar los billetes y pagar la habitación del hotel. Si ahora estoy viva, me gustaría saber si lo pensáis hacer.

Atentamente, Antonia Alcántara Álvarez

AAA. =)

Nos quedamos todos con la boca abierta y nadie decía nada. No sabíamos qué hacer. Patricia, que estaba espesa esta mañana, preguntó acerca de qué significaban las AAA y Noel respondió rápidamente que eran las siglas de su nombre, Antonia Alcántara Álvarez. Estabamos seguros de querer resolver el misterio, pero el problema era que tendríamos que viajar a Sydney y que nuestros padres, seguramente, no nos dejarían.

Nos fuimos de la casa de nuestra amiga y nos pusimos a pensar una excusa. Les dijimos a nuestros padres que era un viaje de estudios que organizaba el instituto para los alumnos que sacaban las mejores notas. Los padres de todos nosotros dijeron que sí y fuimos a casa de Víctor para buscar los billetes de avión por Internet. También cogimos dos habitaciones de hotel, una para los chicos y otra para las chicas. Era un hotel algo caro, pero estaba al lado del teatro de la Ópera de Sydney y además tenía unas vistas espléndidas.

Cambiamos el dinero en pesetas por euros y luego estos por dólares australianos. Encontramos billetes de avión para el día siguiente ya que el padre de un amigo nuestro trabajaba en un cargo bastante importante de la dirección del aeropuerto. El avión salía a las 10:00 y dicen que hay que estar allí dos horas antes, así que a las 8:00 ya estábamos todos allí, esperando, medio dormidos.

Tras la larga espera y una vez facturadas las maletas, subimos al avión y empezó nuestra aventura. Íbamos vestidos con ropa ligera y de algodón pero en las maletas llevábamos abrigos para las noches más frías. Nuestros pies lucían zapatillas deportivas, las más cómodas, ya que tendríamos que caminar mucho.

Después del larguísimo viaje, llegamos al aeropuerto de Sydney. Recogimos las maletas y nos fuimos para la puerta principal. Llevábamos muchísimo dinero, por lo que pudimos pedir un taxi. El conductor nos dejó en la puerta del hotel. Nos pudimos comunicar fácilmente con él porque nosotros nos manejábamos muy bien con el inglés y allí era la lengua oficial.

Cuando bajamos del taxi nos quedamos los seis con la boca abierta. Era un paisaje precioso; la bahía lucía resplandeciente su color azul y sus corales. El edificio de la ópera era muy bonito y estaba casi dentro del mar.


Nuestro hotel estaba en la acera de al lado. Entramos en él. La recepción era maravillosa y el servicio perfecto. Teníamos las habitaciones 214 y 215; que estaban puerta con puerta. En la 214 nos alojamos las chicas y en la 215, los chicos.

Nada más llegar a la habitación deshicimos las maletas y bajamos corriendo al restaurante a cenar. Nos sentamos en una mesa de ocho aunque éramos seis. Ya íbamos por el segundo plato cuando un chico se nos acercó y nos preguntó si se podía sentar con nosotros. Patricia respondió rápidamente que sí, por supuesto. El chico se sentó con nosotros y pidió su cena rápidamente. Nos dio su número de móvil para cualquier cosa que pudiésemos necesitar y nosotros le dimos el de Víctor.

Era un chico alto y muy moreno que se llamaba Álvaro. Vivía él solo en el hotel. Tenía una muy larga historia.

Sus padres murieron cuando él tenía 3 años en un accidente de coche y durante su minoría de edad estuvo en un orfanato. Al parecer sus padres eran millonarios y cuando cumplió los 18, heredó, ya que era hijo único, una gran fortuna. Miles y miles de billones de dólares australianos. Ahora residía en este hotel porque no quería comprarse un apartamento y trabajaba, para beneficio nuestro, de guía del teatro de Sydney.

Le dijimos que habíamos venido aquí a conocer esta ciudad en general y el teatro en particular. Se lo contamos ya que él, con su trabajo, nos podría ayudar. No le dijimos la verdad porque preferimos mantenerlo en secreto ya que él era un chico muy cotilla.

Subimos a nuestras habitaciones cuando Álvaro terminó de cenar; ya que estuvimos esperándole. Eran las 10:00 y estábamos muy cansados del viaje, por lo que nos acostamos a dormir.

A la mañana siguiente nos despertó un sol espléndido que asomaba por detrás de las cortinas. Ya eran las 9:15. Nos levantamos y fuimos a desayunar. Estuvimos sentados en la misma mesa de ayer. Un rato después llegó Álvaro y se sentó con nosotros. Le tuvimos que volver a esperar. Para la mañana siguiente él estaría allí a las 9:30, igual que nosotros.

No sabíamos por dónde empezar, por lo que decidimos ir al teatro a participar en una visita guiada. Álvaro nos enseñó el camino hasta allí y le pedimos si podía hacérnosla él. Se lo preguntó a su jefe y no le dio permiso. Al final, nuestra guía fue una chica muy seca y antipática. El grupo podía ser, como máximo de 12 o 14 personas, pero nosotros éramos solo 8; nosotros seis y una familia joven, de origen ruso, que estaba compuesta por un hombre alto y de tez muy pálida, que rondaba los 20 años y su hermana, una chica de su misma edad aproximadamente, que era rubia y bastante alta también.

El hombre se llamaba Mikhail y su hermana, Anna. Pensamos que ellos serían una familia normal, que venía a Australia de visita o de vacaciones pero no; venían porque habían encontrado una carta similar a la nuestra, solo cambiaban un par de cosas, el lugar y la fecha de la carta, en la suya ponía Moscú 1989 y la moneda que entregaba, a nosotros la peseta y a ellos, los rublos usados en la antigua URSS.

Todos nos quedamos asombrados, tanto ellos como nosotros. Parecía increíble, ambas cartas habían aparecido en desvanes de casas de familias con mucho dinero. Esto no podía ser otra simple coincidencia, la mujer que escribió la carta sabía que pasaría. Todo esto podía tener una explicación, si la persona que la encontraba tenía mucho dinero, ese factor no sería lo que le impediría viajar a Sydney; pero, en cambio, nosotros fuimos los que la encontramos, no la dueña de la casa.

No sabíamos qué hacer. En ese momento se escuchó un gran estruendo procedente del escenario. Fuimos hacia allá pero las luces estaban apagadas y no se veía nada. Alguien gritó; probablemente una mujer, era una voz preciosa. Su grito se transformó en un eco espectral cuyo efecto nos heló la sangre. Suspiramos y, mientras Anna encendía un fósforo, nos adentramos en las tinieblas. Se escuchaban ruidos parecidos a personas agonizando. Se nos puso el vello de punta.


Continuará....

4 que no se callan:

X dijo...

¿El continuará lo has puesto tú o la historia acaba realmente así? :P

Está muy bien para una chica de 13 años. :)

Eris dijo...

noooo, eso lo he puesto yo....jajjaja, le faltan algo asi como dos partes mas, el minimo era dos folios y creo que escribio 8, asi que nos falta el desenlace...que lo colgaré en breve

OC dijo...

Amos Eris!!!!!!!!

Ponlo!!!! yo que soy capaz de no dormir una noche por acabar un libro!!!!

Esto no se hace!!!!

Ya en serio, dile a tu sobrina que me encanta!!!
Misterio...misterio...

Un beso!!!

Eris dijo...

Jajajja Oc, te pasa igual que a mi...es que era muy largo, la niña ha escrito mas de 8 hojas y habia que darle un poco de emoción...pero ahi va la segunda parte, el desenlace....
Ella te leerá el comentario, le apasiona leer y las novelas de misterio,

Un beso

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